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El fotógrafo de guerra a quien la muerte casi lo alcanza

Renato Arana Conde

Publicado: 2014-05-07

Cuenta su experiencia. Reconocido reportero gráfico francés llegó al Perú como parte del ‘l encuentro Fotoperiodismo y Ética’ que se realiza hoy en la Alianza Francesa de Miraflores. Ha cubierto la guerra de Vietnam, la Guerra Civil en El Salvador y en Surinam, así como la Guerra de los Seis Días. Vio morir a colegas y terminó muchas veces baleado en cumplimiento de su profesión.

Patrick Chauvel solo viaja por el mundo con su mochila –que contiene una filmadora, una cámara fotográfica digital Cannon junto a una vieja cámara Leica– y sus gastadas botas vaqueras. Viaja solo y se aloja en estos días en una modesta pensión de Miraflores en lugar de una habitación de hotel. No necesita más cuando su trabajo es enfrentarse con las miserias de la humanidad y a la muerte. Patrick es fotógrafo de guerra.

Temor es lo que la mayoría de personas sentiría al imaginarse en un campo de batalla, inmóviles y sudando de frío ante la amenaza de que una bala o una esquirla los alcance. Para este francés, de 64 años, el mejor consejo que nos daría es tener mucha calma y estar convencido de lo que hacemos.

Su consejo tiene autoridad: a lo largo de su carrera de 45 años ha estado en más de 20 conflictos, por ejemplo en Vietnam, la guerra civil de El Salvador, Nicaragua o la invasión de los Estados Unidos a Panamá.

Admite que ya la muerte no le llama la atención en una zona en conflicto, pues en estas situaciones 'no hay nada más banal, más común que ver muertos en una guerra'.

–Entonces ¿cómo ofrecer algo nuevo en un tema recurrente en una guerra?

–Lo que busco es la opinión de los vivos. Al muerto no se le puede entrevistar, no tiene nada qué contar.

Con esto, aclara, no quiere decir que sea insensible a la muerte. A Chauvel le molesta tomar fotografías a los cadáveres pues, para él, la muerte es un asunto muy privado. Sin embargo, hace una excepción cuando un difunto significa 'algo'. Da como ejemplo la 'depuración étnica' que se llevó a cabo en la ex Yugoslavia: "Ahí sí voy a fotografiar a los muertos porque demuestro que la depuración es parte de la estrategia de guerra".

Quizá su familiaridad con la muerte se deba a la prematura edad en la que comenzó a lidiar con ella. A los 17 años, alentado por su tío a que deje París y conozca el mundo, cogió su cámara Leica –la misma que lleva siempre– y se lanzó a cubrir la Guerra de los Seis Días en 1967.

Fue allí cuando tuvo su primer contacto con la muerte: estaba conversando con un soldado israelí en un descampado y cinco minutos después lo veía caer de rodillas con un chorro de sangre bajándole de la cabeza. Esa fue su primera experiencia como reportero de guerra y resultó un desastre: al revelar los rollos descubrió que todas las fotos salieron borrosas, excepto un par que le tomaron a él un soldado israelí. "¡El militar sí sabía usar la cámara!", recuerda ya de buen humor, 48 años después.

–Antes de los 17, ¿cuál era su idea de la guerra?

–Tenía una idea muy romántica de lo que era la guerra porque mi padre había participado en la Segunda Guerra Mundial, en el desembarco de las tropas aliadas en Normandía. Pero sí, mi visión cambió porque en la guerra pierdes todas tus ilusiones.

COMPROMISO EN VIETNAM

La mala experiencia en la Guerra de los Seis Días, lejos de desanimarlo, tuvo un efecto contrario, pues su motivación no era registrar los hechos sino la aventura. Sin embargo, lo que convirtió la aventura en compromiso fue un encuentro que tuvo con un prisionero del Vietcong, en plena guerra de Vietnam. Ese hecho le 'abrió los ojos', asegura. Se dio cuenta de que era un relato de la historia muy diferente a la que le contaban sus amigos americanos. Aquello le arruinó toda la visión que tenía del conflicto.

–¿Este encuentro hizo que usted busque la neutralidad al contar los hechos?

–La neutralidad no existe, pese a que la busquemos. Lo que busco, si es posible, es dar la palabra a los dos bandos, pero no siempre es posible.

En Vietnam se pudo 'banquetear' pues gozaban de mucha libertad para retratar las atrocidades de esa guerra entre los americanos y 'Charlie'. La guerra se volvió impopular para la población norteamericana y admite que parte de eso se debe al trabajo de los fotorreporteros, quienes con sus imágenes se encargaron de 'molestar a los políticos en Washington y hacer que enmienden sus errores'.

–Lo que subsiste hoy de esta guerra es que en Vietnam se pague en dólares y que la discoteca de moda se llame 'Apocalypsis Now!'. Finalmente, quienes ganaron fueron los americanos. ¡Es estúpido!

–Bueno, se daba por hecho que todo estaba dicho con la caída de Saigón.

–Cuando cae Saigón, ahí comienza otra guerra: la económica.

EL PRECIO POR RETRATAR

La primera bala que lo atravesó provino de un arma de un guerrillero de los Jemeres Rojos en plena Guerra Civil de Camboya (ver foto número 2). Era el año 1974 y esa herida le 'facilitó el trabajo a futuro', pues antes se sentía incómodo de ser un mero espectador de los conflictos. Pero, desde que pagó el precio de estar allí, se siente como un 'hermano de los que sufren'. "Me siento con el derecho de tomar las fotos".

Los siguientes dos proyectiles lo alcanzaron 15 años después cuando las tropas estadounidenses invadieron Panamá. En pleno ejercicio de la profesión, junto a otros colegas, un grupo de soldados de Estados Unidos abrió fuego. Patrick cayó al suelo junto con su colega español Juantxu Rodríguez.

–Estaba a seis metros de él y seguía hablándole, pensando que me escuchaba… Mientras creía que mi compañero estaba vivo, porque tenía los ojos abiertos, ¡yo creía que el que se estaba muriendo era yo!

Lo considera un error de los estadounidenses, pues, dice, estos soldados son jóvenes, nerviosos y con balas de sobra, las cuales gastan indiscriminadamente. Señala que es diferente al soldado francés, quien lo piensa bien antes de disparar pues sería sancionado por gastar municiones y, de paso, revelar su posición. Dada su experiencia, sabe cómo actuar cuando se cruza con tropas de cualquier país.

OTRO PRECIO QUE DEBIÓ PAGAR CHAUVEL ES LA SOLEDAD

–¿Siente usted que se ha perdido de algo con este estilo de vida?

–No lo sé… pero el hecho es que me he divorciado cuatro veces (sonríe). Es complicado, no es el oficio idóneo para la vida civil.

Lo nota al abrir el frigorífico de su habitación de la pensión miraflorina y solo ve estantes y rejillas vacías. Aclara que ni siquiera con las mujeres periodistas podría tener una relación sentimental exitosa, pues ninguno de los dos tendría tiempo para verse.

–Además no somos muy atractivos porque estamos todos sucios, bromea.

El sábado partirá hacia Kiev, Ucrania, para cubrir los ataques de las fuerzas pro-Rusia. Como llegó al Perú, en solitario, irá a Europa porque es más práctico y se lo financia él mismo, lo cual, asegura, no cuesta mucho. ¿Hasta cuándo seguirá como fotorreportero?

–Hasta que una bala ¡bum! –y hace el ademán de un impacto en su cabeza.

Sonríe resignado, sabe que no siempre escapará de la muerte.

Se lleva a cabo encuentro sobre Fotoperiodismo y Ética

Varios fotógrafos nacionales e internacionales relataron sus experiencias personales y su visión del fotoperiodismo en un panel organizado por la Embajada francesa, IDL y La República, entre otros, en la Alianza Francesa (Miraflores).

Además de Patrick Chauvel, se expresaron Óscar Medrano, de Caretas, acerca de su cobertura del conflicto armado interno; Camilo Rozo, fotoperiodista colombiano que busca historias fuera de la actualidad inmediata, y Miguel Mejía, de La República, interesado en retratar la realidad como una "crónica visual".

Todos insisten en que una fotografía no debe buscar chocar a la gente sino interesarla en un hecho.

Hoy se proyectará la película de Chauvel "Rapporteurs de guerre".

FUENTE: LA REPUBLICA


Escrito por

EL AMAZONICO

"Una injusticia hecha a un individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad."


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